30/8/09

LA REBELIÓN DE LO DISCRETO (Buenos Aires, Argentina)



Participantes:
Nicolas Casalnuovo
Andrea Vegazzi
Agustina Suarez
Emilia Montoya
Cecilia Musicco
Blanca Rizzo
Laura Feijoo
Anahi Marecos Taltabull
Maia Cosin
Santiago Cao
Florencia Firvida

El Entre

Cámara y Edición:
Pedro Cagigal

Cámara 2:
Maia Cosin

Texto:
Cecilia Musicco

Organización:
Florencia Firvida
Santiago Cao

Coordinación Taller:
Valeria Andrade

Gracias a Lucas Rubinich quien nos cedió el espacio en la Facultad de Sociología de la Universidad de Buenos Aires.

La Rebelión de lo DiscretO

Lo que la esfera pública considera inapropiado
puede tener un encanto tan extraordinario y contagioso
que cabe que lo adopte todo un pueblo…
sin perder por tal motivo su carácter esencialmente privado.

Ser discretos. Apropiados. Mesurados.
La discreción se erige bajo estas premisas como un valor elemental en tanto permiso de circulación en la ciudad.

No Risa – No Canto – No llanto.

No a tantas otras cosas que hagan ruido, olor, que ensucien, que invadan los sentidos de un otro que circula conmigo la calle. Discreción se le exige entonces al individuo, al hombre, que tosa pero que no se escuche. Que se ría, pero en voz baja. Que discuta, pero que no grite. Y que se bese, pero no mucho.

Rectitud para formar juicio, y tacto… para hablar u obrar. Es la definición que se nos da sobre el asunto. Y experimentamos que la trasgresión a la discreción en este sentido trae consigo aparejada la condena, cuanto menos, de miradas delatoras.
Pero, que es lo que lo discreto oculta?

Podemos decir que lo que discretamente se encubre es lo que remite a nuestro mundo privado.

Público/privado se manifiestan como binomio en donde se articulan las acciones/conductas humanas. Si público es todo aquello que puede oír y mirar todo el mundo, no todo puede soportar la presencia del otro, y ese todo no tolerado es lo que se recluye en la esfera de lo privado.

Palabras como apropiado e inapropiado empiezan a circular como referentes de lo permitido y lo condenable para exhibirse en el mundo de lo público. Y no debemos perder de vista que el contenido de estas categorías responden a construcciones culturales siempre variantes, y por sobre todo a referentes de poder.

En la Antigüedad Clásica, mientras que la esfera de lo público obedecía a la actividad política, a los actos heroicos y a la actividad del pensamiento; lo privado quedaba relegado a la vida doméstica. Y en privado vivían aquellos a quienes se le estaba vedado entrar en la esfera pública. Privado era literalmente, estar privado de algo. Y ese algo refería a las más altas capacidades humanas, no era plenamente humano quién sólo viviera de la vida privada.
Con el triunfo del cristianismo como ideología dominante, será relegado a la esfera privada todo aquello que tenga que ver con lo corporal. Como correlato a una repugnancia por los procesos vitales del hombre en la tierra se impone al individuo un uso riguroso de su cuerpo.
Vergüenza y pudor darán lugar a la incorporación de prohibiciones de los usos corporales en esta reconfiguración de lo público/privado, y se irán formalizando normas de conducta de lo que conviene y no conviene hacer.
Fuertes regulaciones mediante negativas instauran tabúes del cuerpo, de sus procesos vitales, de sus fluidos y de sus manifestaciones públicas.
En contrapartida el Carnaval como gran comilona, en su obscena potencia popular, fagocita a su paso la cultura impuesta como oficial. Las fiestas carnavalescas se rebelan a las pretensiones de perfección de una cultura opresiva, una liberación transitoria donde emerge de manera festiva lo grosero de las relaciones entre los hombres que habitan juntos sus cuerpos. La risa, el llanto, la blasfemia y la sexualidad puesta en público, en comunicación lúdica con el otro, en esa forma de subvertir la relaciones de un orden impuesto.
Siendo una imposibilidad de parte de este aparato hegemónico la de hacer desaparecer el cuerpo por completo comienza una nueva estrategia: hay que civilizarlo, codificar el cuerpo.

Las buenas costumbres, se harán cargo de ello. Hacen referencia a la manera en que el cuerpo del hombre habrá de manifestarse, de aquí en más, en público.
Será reglamentado tantos los alimentos como la manera de comer (aparece la gastronomía y el uso de cubiertos), la desnudez y la manera de vestirse, el movimiento, los gestos y las costumbres; y el correcto acatamiento a esta reglamentación será llamada buena educación.

Y, no todo se muestra en público, el cuerpo del burgués no es el mismo que el del obrero, y la manera de mostrarse determinará la mirada del otro, así como nuestra posición frente a ese otro. Mientras que la discreción es señal de buen gusto y educación, lo voluminoso en gestos y conductas decreta lo burdo y vulgar.
Frente al auge de lo social, la esfera privada se reestructura. Con la modernidad el carácter privativo de lo privado desaparece, lo privado da un giro y se revaloriza. Surge lo íntimo, una categoría de interioridad como reacción contra una sociedad que se presentaba avasallante.

De esta manera lo íntimo, pareciera ser lo que existe de la piel hacia el propio centro, y lo que ocurre entre diferentes pieles de manera inmediata. Instancia relativamente nueva que comienza a vislumbrarse con el surgimiento de la modernidad y el afianzamiento del individualismo del mundo burgués. El cuerpo como límite territorial.

¿Es lo íntimo la sutil gradación de lo privado o es su radicalización?
¿Qué pasa entonces con esta exigencia de intimidad?
Donde tener una vida significa tener una vida íntima: ¿qué sucede con aquellos que se hayan expulsados a lo meramente público, a quienes viven en la calle? ¿Tenemos todos derecho a una intimidad, o se presenta ésta como bien venerado de algunos?
Y por otro lado vemos privacidades devenidas públicas. Espectacularización de la intimidad, discursos de un deber ser, prototipos de cómo transitar nuestra privacidad.
Al mismo tiempo frente al avance de una sociedad prepotente que rigidiza sus normas de conducta, contra sus exigencias igualadoras, y los fenómenos de masa, frente todo esto, la intimidad aparece como refugio, como ámbito propio de las manifestaciones de afectividad, instintos y deseos. O ¿es por el contrario el reducto a donde hemos sido arrojados? Sólo ese lugar más que privado, sino íntimo, donde se nos permitiría expresar afectividad, instintos y deseos.
Aunque no sepamos demasiado bien donde ese lugar queda.

Quizá no exista realmente eso de la intimidad, y se nos esta instruyendo de manera constante que es lo que debemos vivir como íntimo.
Y lo discreto de esa intimidad, como categorías de lo apropiado e inapropiado que debe ser expuesto en publico, y que se han ido modificando según intereses y procesos político-ideológicos, puede ser visto como dispositivo de civilización del cuerpo propio; y aun mas, como dispositivo de codificación del cuerpo del otro, que marcaría una distinción sociocultural. Como nuevo dispositivo de separación entre buenas y malas costumbres, y de esta manera como categoría de condena e identificación social.

Quizá sean las llamadas clases populares que en su indiscreción de gestos y gritos, en sus risas desbordantes, en la inundación de los olores, en esa puesta de lo íntimo en lo público, nos revelan una insubordinación de lo que se impone y naturaliza como de buen gusto.

Cecilia Musicco
- El Entre – Septiembre 2009 -
(el presente texto pertenece a fragmentos de su original)


Vivir una vida privada por completo significa
Por encima de todo
Estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana:
Estar privado de la realidad
Que proviene de ser visto y oído por los demás.

Referencias bibliográficas.

(1998) Arendt, Hannah. La condición humana. Ed. Paidós. Barcelona.
(2005) Arfuch, Leonor. Cronotopías de la Intimidad, en Pensar nuestro Tiempo. Ed. Paidós. Buenos Aires.
(2006) Le Goff, Jacques y Truong, Nicolás. Una historia del cuerpo en Edad Media. Ed. Paidós. Buenos Aires.

22/8/09

PORTACIÓN DE ROSTRO (Córdoba, Argentina)




PORTACIÓN DE ROSTRO es una acción que aborda la temática de la discriminación social que se vive en la ciudad. Denuncia las detenciones arbitrarias de la CAP (Comando de Acción Preventiva: Comando Anti Porros, Cuatro Al Pedo) que se realizan sobretodo a jóvenes pobres que viven en zonas periféricas de la ciudad.

El Código de Faltas de la Provincia promulgado a fines de 1994, durante el gobierno de Eduardo César Angeloz, importa la doctrina de la Tolerancia Cero salida del ultraderechista Manhatan Institute; cuyo método de “prevención” ante la inseguridad urbana se basa en el aislamiento de sujetos sociales “sospechos”. El título de sospecha se caracteriza por pertenecer a una clase social, por ser “morochos” de piel trigueña y vestir ropas típicas de los chicos de barrios marginales de la ciudad como las gorras. Así las detenciones arbitrarias por parte de la CAP es una práctica que se extiende cada vez más, que legitima y naturaliza el abuso a partir de la “portación de rostro” y el “merodeo”.

Valeria Andrade/Pedro Cagigal
Sujeto a Cambio/WASH Lavandería de Arte

Participantes:
Ana María Ferreyra Pons
Ana Sued
Carolina Aspiazu
Cecilia Tahan
Damián Santa Cruz
Diego Beltramino
Jennifer Flores Mutigliengo
Jesús Prochotsky
Laura Colombo
María Pía Bertoldi
María Soledad Cipollari
Mariana Serrano
Martina Faux Marambio
Mercedes Nieva Moreno
Mónica Silvina Medina
Nadia Laura Dreyer
Pablo Pastor
Pamela de la Vega
Patricia Pittón
Romina Camarotta
Sabrina Cortellini
Silvana Staudinger
Silvina Bustos
Sofía Aimar
Sofía Carrasco
Verónica Meloni

Edición de video:
Pablo Pastor
Laura Colombo

Cámaras:
Silvana Staudinger
Pablo Pastor
Laura Colombo
Pamela de la Vega
Martina Faux Marambio
Sofía Aimar

Edición de sonido
Sabrina Cortellini
Patricia Pittón

Sonido directo
Patricia Pittón
Romina Camarotta
Silvina Bustos

Fotografía fija
Pedro Cagigal
Pamela de la Vega
Jennifer Flores Mutigliengo
Verónica Meloni

Edición fotográfica y animación
Jennifer Flores Mutigliengo
Mart

Música:
Portación de Rostro "La Mona Jiménez"

Producción:
Centro Cultural España Córdoba

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